El tiempo es oro… y solidaridad

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El tiempo es oro… y solidaridad

El Banco de Tiempo intenta implantar su actividad en el Ecoeje Birmagen-Añaza para fomentar el intercambio sin gastar un euro

“Gracias al BDT me estoy vistiendo, estoy comiendo, consigo transporte cuando necesito ir a algún sitio… un montón de cosas”. Esta es sólo una opinión de personas involucradas en el Banco de Tiempo de Tenerife, una iniciativa que se creó en el año 2009 como una forma de ayuda mutua organizada, que se expandió durante los años de la crisis económica y que ahora, ya consolidado, se plantea como una herramienta útil para implantar en el área del Ecoeje Birmagen-Añaza.

Esther del Corro, coordinadora del Banco del Tiempo de Tenerife, y Alberto de Armas, uno de sus vocales, señalan que el proyecto se puso en marcha con unas 25 personas después de conocer “otras experiencias de intercambios sin dinero. Se trataba de fomentar el apoyo mutuo, útil para todos, pero especialmente para personas sin empleo, sin recursos y en riesgo de exclusión”.

Del grupo de amigos y colaboradores del principio, el Banco de Tiempo se ha ido ampliando y hoy son 236 socios activos, en toda la isla. Unas 580 personas han participado en algún momento en el proyecto “y eso que no hemos ido nunca a buscar a nadie”, afirma Alberto de Armas. Lo que funcionó en este caso es el “boca-oreja”, una persona se lo contó a otra, y a otra… y se animaron a participar.

Solidaridad y compartir.

“Solidaridad y compartir”, eso son los principios básicos que rigen en el Banco de Tiempo según Esther del Corro y Alberto de Armas. Y cuando aseguran que se trataba de ayudar y de ayudarse están en lo cierto según nos comentan algunos de los que integran este particular banco: “Me permite hacer lo que me gusta, enseñar y lo relacionado con mi profesión”; “yo no conocía a casi nadie aquí, ahora me relaciono con un montón de gente”; “a mí me ha solucionado la vida, con un retiro como el que tengo no podría hacer lo que hago ahora, apuntarme a todo lo que me gusta, y ayudar a otros”.

Este método de intercambio sin dinero ha calado entre los participantes. “Una lo hace por una y por los demás. Todos nos beneficiamos. Es ayuda también para uno mismo”. Y un caso muy reconfortante de los beneficios del Banco de Tiempo les llegó a Esther y a Alberto por boca de uno de los integrantes del proyecto, con su madre enferma de Alzheimer: “ni los servicios sociales, ni Cruz Roja me han ayudado tanto como el Banco de Tiempo en este periodo difícil”.

Esther del Corro es muy tajante a la hora de explicar cómo funciona el Banco de Tiempo: “se trata de ser solidario, de entender las necesidades y habilidades de cada uno, no de ganar dinero”. Descartada la segunda opción, es fácil forma parte del Banco de Tiempo. “La persona nos dice qué pueden ofrecer -desde clases de idiomas, acompañamiento de mayores, trabajos de agricultura y un largo etcétera- y cuánto tiempo puede dedicarnos. Si está interesado puede venir por nuestra sede y le explicamos y resolvemos cualquier duda”.

Acuerdo entre las personas.

El Banco de Tiempo no recibe ninguna ayuda institucional (salvo un local cedido por el Ayuntamiento de La Laguna), “es la demostración de que funciona por el acuerdo entre las personas”, destaca Alberto de Armas. La perseverancia, la seriedad y el cuidado de las personas, quizás, han sido los factores que han contribuido al éxito del proyecto que sigue muy activo en Tenerife. Hay muchos que se han puesto en marcha en el conjunto de España, pero bastantes no han conseguido consolidarse o se quedaron en algo más anecdótico.

La financiación viene solo de las aportaciones de las personas asociadas: 10 euros al año. Y durante 2017 intercambiaron 955 servicios, casi tres diarios, desde transporte de personas a mudanzas, pasando por los “manitas” que arreglan desperfectos, clases de todo tipo, asesoramiento legal, etc.… Se puede solucionar de todo y los testimonios así lo constatan: “La integración, relacionarme, hacerme olvidar algo lo que es la realidad agobiante del dinero cuando no tienes ingresos estables”; a mi personalmente “me ha aportado mucho económica y emocionalmente”; “lo que más me gusta es la confianza que se crea” dice Esther del Corro.

Según fue creciendo este particular banco, empezó el intercambio de productos y hubo que crear una “moneda propia” que cuantificara el producto para valorarlo, así nació el Tempus con un valor orientativo de 1€=1Tempus. Y la equivalencia en servicios o trabajos: 10 Tempus es igual a una hora. Un mercadillo, que organizan con frecuencia, es el escenario para el encuentro y para el intercambio de los productos y bienes, desde limones a acelgas, cuadros, muebles o electrodomésticos.

Y el WhatsApp, una forma más de comercio electrónico: donde los socios compran y venden diariamente, además de la plataforma web dónde se anuncian los servicios que prestan, con casi 500 entradas.

Por el Banco de Tiempo han pasado actividades solidarias como recoger uvas, peras o ciruelas; podar árboles, construir un muro y hasta incluso el alquiler de un piso, o huertas. Su ámbito abarca toda la isla y de él forman parte personas de más de 20 nacionalidades, “una forma de establecer amistades entre diferentes culturas”.

Más testimonios: “He conseguido herramientas, aparatos que necesitaba, hasta una tele”; “me compré un ordenador (650 Tempus)”; “otra compañera acaba de comprar un piano (500 Tempus)”; “se me abrió un mundo, me hacía falta esto. He crecido…”. Y hay muchas más opiniones y todas ratifican un dicho popular antiguo: el tiempo es oro.