El acompañamiento de la administración pública es esencial para promover el desarrollo rural
El acompañamiento de la administración pública es esencial a la hora de promover el desarrollo rural y la vuelta de los emprendedores y las emprendedores a la actividad agraria, que se enfrentan a dificultades como la carestía del agua, deficientes canales de comercialización o desconocimiento de las ayudas a las que pueden optar para poner en marcha su negocio, entre otras cuestiones.
El estudio realizado por Fanegada Medio Ambiente destaca que en el área del Ecoeje Bimagen Añaza predomina el cultivo de la papa, principalmente las variedades del país, que se alternan con legumbres o millo, o bien se dejan en barbecho para el ganado. El cereal, junto a las leguminosas, sigue siendo el cultivo por excelencia, seguido por la vid. Las viñas comparten el territorio con la papa, ocupando los bordes de parcela e incluso la parcela completa. También están presentes los frutales templados, las hortalizas, las plantas ornamentales, los cítricos y algunos frutales tropicales.
Hacia el sureste la actividad agrícola se encuentra limitada (escasa presencia de suelos, agua y condiciones climáticas adversas). En el pasado, las zonas más altas se destinaron al cultivo de la cebada y el centeno, junto con las higueras, los almendros y las tuneras. Durante los años treinta del siglo XX, la superficie agrícola aumentó en zonas más próximas al litoral debido a la construcción del canal de Araya, que posibilitó la implantación de cultivos de regadío, hasta llegar a cierta especialización en hortalizas frescas ‘de hoja’ (berros, espinacas, acelgas, perejil) y otras hierbas ‘de manojo’ (cilantro, hierbabuena, toronjil).
No se aprecia en el Ecoeje una penetración significativa de las producciones ecológicas, a pesar de que en el archipiélago la superficie cultivada bajo esta certificación ha crecido notablemente, al igual que en el ámbito insular. En la actualidad, el número de explotaciones de estas características en el entorno es aún testimonial.
En el análisis, se relatan los condicionantes estructurales de los últimos años, entre ellos el corto potencial de Superficie Agraria Útil (SAU), derivado del tamaño y fragmentación del territorio, y condicionado a su vez por la orografía, así como el problema del agua en relación a su disponibilidad y sus altos precios, lo cual condiciona el rendimiento de las explotaciones y genera ineficiencia en su uso. A ello habría que añadir las desventajas logísticas derivadas de la localización geográfica (insularidad), lo cual genera costes operativos reseñables; por otra parte, escasa vertebración del mercado interior y sobrecostes en materia de transporte.
El estudio de Fanegada Medio Ambiente reseña también el alto grado de fraccionamiento de la propiedad de la tierra, con predominio de estructuras minifundistas, con una media inferior a cinco hectáreas; el atractivo de los cambios de uso del suelo que generan plusvalías por su cambio de categoría, y la competencia de los productos canarios frente a los productos de importación favorecidos por un régimen fiscal-comercial permisivo (Régimen Específico de Abastecimiento).
Estructura agraria
El sistema agrario imperante en el espacio de análisis se fundamenta en un aprovechamiento vertical y múltiple del territorio. No en vano, áreas del Ecoeje, como es el entorno de La Esperanza, guardan uno de los espacios más fértiles y productivos de la isla. Sin embargo, a pesar de esta notable potencialidad, existe una clara tendencia al abandono de la actividad agraria, apreciable desde hace décadas.
Este modelo agrícola se sustenta, principalmente, en la agricultura de secano.
A mediados del siglo XX surge la posibilidad de traer alimentos más económicos de otros mercados exteriores. Este hecho, junto a la presión urbanística, determina el deterioro de la actividad primaria, que finalmente queda como complemento a la renta o, incluso, como actividad de ocio.
Canales de comercialización
Uno de los problemas que siempre surgen a la hora de plantear proyectos de desarrollo rural en prácticamente todas las regiones es el de la comercialización. Canarias, en general, y Tenerife, en particular, no están exentas de esta problemática, siendo, una gran parte de las veces, el principal problema al que hacen mención los productores agrarios de cualquier área. En la isla de Tenerife, los productos que se obtenían con el modelo tradicional agrario se aprovechaban para el autoconsumo, pero si había algunos excedentes, estos se comercializaban en el mercado local, o en algunos casos, se exportaban. El mercado local en este territorio se ha fundamentado en las ventas a las ciudades de La Laguna y Santa Cruz. Surgieron figuras como las de las “lecheras”, que recorrían a pie los caminos tradicionales que conectaban los diferentes núcleos. Pero además de leche, también se comercializaban quesos, frutas, legumbres, hortalizas, cereales, papas, etc.
Conclusiones
En la elaboración del presente documento se han tenido en cuenta los objetivos principales planteados en un principio desde la propuesta de Smart-Rural, centrando los esfuerzos en la caracterización de los condicionantes específicos del territorio, de tal manera que permita construir un diagnóstico en profundidad del escenario sobre el que se pretende actuar, adaptando así las propuestas y proyectos concretos que pudiesen surgir a la situación real.
La estrategia que se plantea trata de asentar las bases para recoger las necesidades específicas y prioridades de la población que habita el territorio, como paso previo a la asimilación de roles participativos y decisorios por parte de la ciudadanía. Desde esta perspectiva, se entiende el concepto SMART como el conocimiento tangible que atesora el segmento de la población que se dedica al sector agrario, considerado como el conjunto de las técnicas productivas mejor adaptadas a los condicionantes ambientales del entorno. Se incluye en este aspecto el conocimiento adquirido de las características meteorológicas locales y de los tipos de suelo presentes, así como su manejo, circunstancia éstas de enorme interés en la productividad de las explotaciones agrarias. Con esto, se ponen en valor la agricultura y ganadería del entorno, mejorando la gestión de los recursos que se emplean en las mismas y promoviendo el desarrollo de un sector con unas características concretas que lo hacen ser difícilmente viable.
Se estima, asimismo de vital importancia para el impulso al desarrollo rural, potenciar los diagnósticos participados acerca de las necesidades específicas en el entorno de trabajo, como base para generar propuestas concretas de actuación, de manera coordinada con los principales agentes del territorio y la administración. Se considera idóneo comenzar a realizar acciones de esta naturaleza a lo largo del primer semestre del año 2018, con el fin de identificar y avanzar en la construcción colectiva del proceso.