Desde el casco histórico de La Laguna hasta la Basílica de Candelaria, serpentea por las laderas del sureste de Tenerife un camino que acumula más de cinco siglos de historias. Ya antes de la llegada de los castellanos a la isla, misioneros catalanes y mallorquines habían arribado a las islas en misión evangelizadora y descubrieron que los habitantes de Tenerife adoraban la imagen de una virgen arrastrada por las mareas, o quizá, como apuntan algunas fuentes, fueron ellos mismos quienes la trajeron.
El hecho es que los castellanos se encontraron ya un culto importante a esta virgen entre la población aborigen, que supieron incorporar a su calendario de fiestas y reconvertir en celebración oficial. El propio Fernández de Lugo peregrinó a rendirle honores desde La Laguna, guiado por guanches por este camino histórico, tan solo unos meses después de la finalización oficial del proceso de conquista, en enero de 1497.
Las peregrinaciones hacia Candelaria y los traslados de la Virgen en romería hacia La Laguna se han realizado tradicionalmente a través de este camino de unos 21 kilómetros, que unía estas dos localidades, pasando por Los Baldíos, Llano del Moro, Machado, Barranco Hondo e Igueste de Candelaria.
Con el paso de los siglos y el desarrollo urbanístico de esta zona de la isla, algunos tramos de este camino han pasado a convertirse en pistas, calles y carreteras, mientras que otros conservan aún el antiguo empedrado entre bancales y un entorno aún predominantemente rural.
Patrimonio natural y cultural
El territorio que atraviesa el Camino Viejo de Candelaria ha sido profundamente transformado a lo largo de los siglos. Su intensivo uso agrícola y ganadero, así como la más reciente expansión de los núcleos urbanos, cambiaron su aspecto por completo. Pero aún se conservan hitos relevantes de su patrimonio natural y cultural.
En cuanto a vegetación, cabe destacar una tabaiba dulce descomunal, situada en Los Baldíos, muy por encima de la costa donde las tabaibas dulces tienen su hogar habitual. Su tamaño le ha valido aparecer en el catálogo de árboles monumentales, arboledas y flora singular de Tenerife, con interés regional. Algunos dragos y palmeras aisladas delatan que buena parte del recorrido se sitúa en los dominios del termófilo, así como los bosquetes de retama blanca que aún crecen cerca de Igueste. La fauna más fácil de ver es aquella a la que no le importa la presencia humana, como los lagartos que cruzan el camino cerca de nuestros pies, o algunas aves, como los camineros que corretean entre la hierbas, cernícalos detenidos en el cielo o el parloteo escandaloso de los mirlos a primera y última horas de luz.
En cuanto al patrimonio cultural, los elementos más valiosos son tanto el propio camino en sí, como el entorno paisajístico en muchos sectores. El camino es una vía de comunicación con más de cinco siglos de historia, que hunde sus raíces en tiempos anteriores a la conquista de la isla y que mantiene tramos con las formas tradicionales de construcción en cuanto a empedrado, muretes, desagües, etcétera. Los cinco sectores mejor conservados del camino han sido declarados Bien de Interés Cultural, con la categoría de sitio histórico. Además, existen otros recursos etnográficos de interés cercanos tales como la ermita de El Rosario, la antigua escuela de Los Baldíos, la estructura del antiguo molino de viento de Llano del Moro, la Cueva de Añaco, el antiguo asentamiento de Pasacola, el caserío tradicional de La Jiménez y algunas ventas tradicionales, entre otros.