Un informe de la ULL alerta de la situación de riesgo de la biodiversidad y ecosistemas de Canarias
Recientemente se ha celebrado en la Universidad de La Laguna el curso sobre “Nuevas perspectivas para la gestión de especies de flora y hábitats en las Islas Canarias”. Entre las conclusiones más relevantes se puso en evidencia que los hábitats en las islas, incluso en los espacios naturales protegidos, se encuentran en un estado desfavorable para afrontar la actual situación de cambio climático. Esta actividad, en el que participaron especialistas de la conservación de todos los Cabildos Insulares, del Gobierno de Canarias, de los Parques Nacionales y de la Universidad de La Laguna, se enmarca en el proyecto “Una estrategia para frenar la pérdida de biodiversidad del ecosistema de alta montaña de Canarias”, bajo la dirección de Juana María González Mancebo, y cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
La presencia de herbívoros introducidos invasores como conejo, cabras y ovejas que campan sin control en estos espacios, ratas, muflones y arruís, representan en el momento actual la mayor amenaza para la conservación de flora endémica y hábitats de Canarias. Este problema, mantenido desde que se introdujeron estas especies invasoras en Canarias, lejos de resolverse se ha ido agudizando con el paso de los años, incrementándose a medida que las especies vegetales endémicas han ido desapareciendo o han quedado refugiadas en los escarpes más inaccesibles.
Estos últimos refugios, para muchas especies representan cárceles de donde no pueden escapar para responder al cambio climático. Así, sin una gestión activa adecuada muchas especies van camino de la extinción Los ecosistemas se empobrecen perdiendo cobertura vegetal hasta dejar el suelo al descubierto, aumentando la erosión, causa principal del proceso de desertización en el que se encuentra buena parte del territorio de las Islas Canarias.
“Los herbívoros invasores en Canarias deben ser erradicados o controlados, si lo primero no fuera posible”, se asegura en las conclusiones del curso celebrado en la Universidad de La Laguna. “Es técnicamente viable y urgente erradicar el muflón y el arruí. El ganado asilvestrado tiene que ser eliminado y debe haber un estricto control de la actividad ganadera ilegal por parte de las administraciones competentes”, añade, porque además puede suponer un problema de seguridad y salud pública. Se debe promover, asimismo, la redacción de la normativa necesaria para el control del conejo europeo, con el fin de minimizar su efecto en la flora canaria y en el conjunto de ecosistemas.
Los incendios representan otro factor importante de amenaza, ya que producen profundos cambios en la composición y estructura de la vegetación y pérdidas en la biodiversidad (plantas con flores, briofitos, invertebrados, etc…), así como en la microbiota y estructura del suelo en todos los ecosistemas de Canarias. La voracidad y frecuencia de los incendios se ha incrementado debido al cambio climático y a procesos masivos de abandono de las zonas agrícolas, que ahora están cubiertas con vegetación colonizadora altamente inflamable.
La mayor parte de nuestros ecosistemas están empobrecidos, de tal manera que para restaurar su funcionalidad necesitan recuperar la riqueza perdida. Esto requiere de gestión integrada y de métodos de actuación adecuados, donde se trabaje simultáneamente con todas las especies endémicas que lo precisen, incluyendo especies amenazadas. Pero también las invasoras vegetales, evitando siempre el uso de especies no nativas.
Se ha constatado que las acciones desarrolladas hasta ahora en conservación y restauración de hábitats y los trabajos con especies amenazadas son insuficientes. “La mayoría de las especies de flora endémica no tienen planes de gestión o éstos no se están ejecutando de forma adecuada, a pesar de los esfuerzos del personal dedicado a la conservación”, explica el documento. Por otra parte, los ejemplos de hábitats restaurados de forma integrada son muy escasos, la mayoría de los espacios protegidos no tienen un plan integral de actuación y no se están restaurando para llegar hasta niveles que les permitan responder al proceso de cambio climático en el que estamos inmersos.
A pesar de ello, existen experiencias notables que deben ser recogidas como modelo y que pueden servir de punto de partida para que se desarrollen de manera urgente programas a mayor escala. Se deben consensuar métodos generales de actuación (o en algunos casos específicos), con equipos multidisciplinares (técnicos e investigadores) que se apoyen en las experiencias más exitosas desarrolladas, pero que al mismo tiempo utilicen la experimentación y las bases de datos más actualizadas. Todo ello con suficiente precaución y basándose en el conocimiento científico y técnico, pero con el ritmo, extensión e intensidad adecuados de trabajo que asegure una gestión activa de los ecosistemas, y las especies que lo requieren. “Debemos ser capaces de descubrir el área de distribución actual de las especies restringidas, y conseguir incrementar su abundancia en los ecosistemas”, aseguraron los expertos.
Es importante que se creen bases de datos de la vulnerabilidad de la flora endémica al cambio climático que expliquen la demografía. Pero además hay que elaborar listados de especies que no conviene mezclar o trasegar, evitando hacer intercambios con otras islas, analizando las posibilidades de intercambio entre sectores de la misma isla atendiendo a los conocimientos genéticos y ecológicos. Se debe también mejorar el trabajo en los viveros, con cambios de orientación en las políticas de donación y venta de plantas, donde se siga la trazabilidad geográfica y si es posible genética de las especies.
Se considera importante y necesaria la vinculación del voluntariado ambiental a la conservación de la flora de Canarias. Pero todos los proyectos e iniciativas que se lleven a cabo deben estar tutelados y autorizados por la autoridad competente, para evitar efectos indeseados y cumplir con la normativa de aplicación. También es muy importante la formación del personal dedicado a la conservación a todos los niveles.
“Las administraciones públicas con competencias en materia de conservación de la naturaleza adolecen de tener suficientes medios personales y materiales, así como una adecuada organización para atender a los importantísimos retos de conservación que actualmente requiere la naturaleza canaria”, se indica. Es necesaria una apuesta desde el Gobierno de Canarias y los Cabildos Insulares para conservar una biodiversidad y ecosistemas únicos en el mundo, “que además de constituir uno de los principales atractivos para el turismo en estas islas, nos ofrecen beneficios indispensables para nuestra supervivencia como por ejemplo la cantidad y calidad del agua que consumimos, la defensa frente a la erosión y los efectos del cambio climático en este archipiélago”, concluyen los expertos.